Poesía Romana
La poesía romana comenzó a brillar con luz propia alrededor del 60 a.C., con Lucrecio, Catulo y, finalmente, Ovidio.
Ese año al que nos hemos remitido como inicio del esplendor de la
poesía romana marcó también el nacimiento del primer triunvirato,
formado por César, Pompeyo y Craso. Se trata de una época en la que Roma
vive profundos cambios, y no sólo en la político o militar. Cambia el
sentimiento, el alma de los romanos. Los sentimientos de los individuos
comienzan a estar por encima, incluso, del propio estado.
Y éste es
el contexto –que hay que conocer- en el que vivieron y escribieron su
obra tanto Lucrecio como Catulo. Aunque cada uno dentro de su marcado
estilo, ambos innovaron y consiguieron, de forma brillante, unir la
realidad con los sentimientos de la gente. Dieron inicio a una corriente
que se mantuvo intacta durante más de setenta y cinco años, y en las
que les sucedieron poetas de tan alto renombre como Virgilio, Horacio y
Ovidio.
Carminum I, 38 (A su esclavo)
de Horacio
Odio, niño, la pompa Persa.
No me gustan esas coronas
tejidas con las hojas del tilo.
Deja de perseguir el lugar
donde aún florece la rosa tardía.
Solícito, procuro que nada añadas
al sencillo mirto. El mirto
te está bien a ti, que me sirves,
y a mí, que estoy bebiendo
al pie de la delgada vid.
Doris Cirigliano
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