Alex Garman

Reencarnación
Anduve muerto…sin mí,
atrapado en otros tiempos,
de lejana sucesión;
pude ser algún vaivén
que se crea y se destruye…
un sorbito de aire de campo
que se queda en los pulmones
de un colibrí enamorado;
habré dejado en alguna flor
un diario de feromonas
para volver a encontrar
mucho tiempo después
mi verdadero principio,
o el inicio donde comencé
a sentir la vida.

Habré de ser la esperanza
de una cebra al beber agua en el río,
o el instinto perverso de un cocodrilo,
el árbol que llora su resina
para quemar su raza
y terminar arrojado como polvillo al aire…
ya he sido el galante sucesor
que cuenta cuentos solo para distraer,
un fantasma que de impotencia
no se siente preparado
para afrontar su imagen,
y se esconde y reencarna.

Ya he sido el verso del cuento
donde se pierde amor por el libro,
el párrafo de marketing que solo quiere vender,
y en el traspiés de las cosas…
soy el prólogo sin estilo.

Evolucionan mis días…
conjuntamente mis pies,
alguna vez vi la justa
en su justa persecución…
el afanoso felino detrás de su gacela
va marcando la tierra
mientras agranda su fe…
la gacela se contrae, se vuelve…
y reencarna en los pies del caminante
que ha perdido su camino.

Un espejo confidente
podrá decirme que allá, donde me ve...
es un pasado profundo que
disfraza el presente
con trajes a la medida…
pero que en cada pestañar,
en cada ausencia del cuerpo…
va reeditándose la materia y su energía…

Desde el punto de partida
habré sido tantas cosas
que fácilmente cabrían
en un granito de arena…
quizás cabrían...
en un solo pensamiento!


Alex Garman

Mujer del arado
Mi mujer despierta la mañana,
y se enreda como liana en mi pecho;
abundando de luz viva mis ganas…
ella... sale a sembrar los sueños,
los clava de cabeza en la tierra;
el arado es caricia del vaivén de sus pies,
y riega de sonrisas rosas un suelo
que compite con mis celos;
caballero antecesor donde guarda
y abundan sus secretos.
Sus manos… entienden las cosechas
que nacen con amor y agua…
guarda nuestra más fiel confesión.

Mi mujer… lleva la luz de la luna en su vientre,
la raíz de un canto de abril
abrió el portal de los tiempos,
y un vestido ensanchado
disuelve su mundo puro,
lleno de un momento celestial
que toma su piel y la mía…
del color del alma de la fe.
Ella… llega con el horizonte
donde se acuesta el sol,
en la aurora azul que no falta
cuando presea su mirada…

Alza la frente y desmarca
el porqué de nuestros días…
¡Puja!.. que su llanto nos encienda
de lo puro de la vida,
déjame tu vientre,
tu furor y tu placenta…
el instante bravío donde
alumbras tus amores…
yo… me quedaré en ti,
cuando descubras tu carne.


Alex Garman

Al futuro
¡Tan lozana tu piel en mis recuerdos!
¡tan profunda tu mirada de 15 marzos!
¡tantas hojas derramadas
con el llanto del otoño!
¡tantos intentos baldíos!
¡tanto amor!
¡Tanto llanto!..
Así quiero destilarte
y añejarte con el tiempo;
difuminar mi sentir,
un intento inocente
sin las garras del rencor
salta en mi pecho,
quiere adelantar el tiempo,
disfrazarse en piel de acero,
ignorar los finales,
los tiempos,
las penas que matiza el viento,
y pegarse a tu perfume,
mutilarse con tu risa,
y quedarse en tu camino,
para siempre,
¡para siempre!

Quiero ser tinta indeleble
de concierto interminable,
con un llanto infinito de leche y te,
estrenarte cada marzo,
bailar tu olor y tu risa;
quiero ser el “aquí y el “ahora”
“el durante”
y “el después”

Quiero mudarme en tus pupilas
sin licencia y sin camino;
quiero obviarte del olvido,
caminar en tus adentros,
quiero unirte adiós y encuentros,
inhalar tu piel lozana,
deshojar cada mañana,
tu pudor y tu sonrisa;
quiero ser alma sumisa,
cada segundo de tu llanto,
retoñarte de retratos
que matizan nuestra piel.

Soy testigo de la aurora que te envidia,
de los vientos que se adornan con tu piel,
de las hojas que gravitan hacia ti,
de tus manos y sus miedos,
de tu olor y tu vestido,
de tus ojos y el sentir de su mirada;
soy testigo del centro de tu pecho,
un errante roedor de tus caricias,
de tus pies rozando la yerba,
de tus atardeceres,
tus meses,
tus deseos,
de tus ganas y tus razones.

Quiero entonar mi piel con tu piel
y contar uno a uno:
Tu vivir,
Tu sentir,
Tu arrugas…
Quiero ser el “adiós”
que desprenderá tu cuerpo.

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