lunes, 14 de enero de 2013

Poesía Romana

La poesía romana comenzó a brillar con luz propia alrededor del 60 a.C., con Lucrecio, Catulo y, finalmente, Ovidio.
Ese año al que nos hemos remitido como inicio del esplendor de la poesía romana marcó también el nacimiento del primer triunvirato, formado por César, Pompeyo y Craso. Se trata de una época en la que Roma vive profundos cambios, y no sólo en la político o militar. Cambia el sentimiento, el alma de los romanos. Los sentimientos de los individuos comienzan a estar por encima, incluso, del propio estado.
Y éste es el contexto –que hay que conocer- en el que vivieron y escribieron su obra tanto Lucrecio como Catulo. Aunque cada uno dentro de su marcado estilo, ambos innovaron y consiguieron, de forma brillante, unir la realidad con los sentimientos de la gente. Dieron inicio a una corriente que se mantuvo intacta durante más de setenta y cinco años, y en las que les sucedieron poetas de tan alto renombre como Virgilio, Horacio y Ovidio.

Carminum I, 38 (A su esclavo)
de Horacio

Odio, niño, la pompa Persa.
No me gustan esas coronas
tejidas con las hojas del tilo.
Deja de perseguir el lugar
donde aún florece la rosa tardía.
Solícito, procuro que nada añadas
al sencillo mirto. El mirto
te está bien a ti, que me sirves,
y a mí, que estoy bebiendo
al pie de la delgada vid.
Doris Cirigliano
 

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